Todavía con olor a cloro, nos apuntamos a la primera carrera de esta temporada. Era la primera vez que la corríamos y el único objetivo que nos habíamos marcado, terminarla. Somos de esa clase de corredores que nunca llega al Gatorade , llegamos en esa franja de tiempo, donde solo queda una única talla de camiseta. Ya os imagináis, presión (0, ..), motivación 100, cachondeo máximo.
Después de un aperitivo que se había alargado y sin siesta, alli estabamos tirados en unas escaleras frente al Hipercor, viendo como los demás calentaban. Salimos atrás, justo con el coche escoba (una Iveco blanca). Los primeros kilómetros un poco caóticos, lo mismo te ponían en fila de a uno, que te hacían saltar una mediana con alibustres.
El tiempo acompañaba, y las nubes nos daban un respiro. Cogimos un ritmillo, que no estaba nada mal y lo mejor de todo es que íbamos cómodos. Vinieron las primeras cuestas y empezamos a adelantar corredores. ¡Coño, que íbamos estupendamente!. Ganando posiciones, hacía un rato que habíamos perdido de vista la Iveco y sin darnos cuenta, estabamos rodando a ritmos de la temporada pasada (el verano no había sido tan duro como pensábamos, habíamos metamolizado el lúpulo de la cerveza en fibras rápidas) .
Entrando en el Matadero, miramos los relojes, una horilla y sin habernos despeinado, de p. madre. Eso sí, ni gatorade y solo talla L,.. como siempre.
PD: El melón espectacular.
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